Una semana agridulce
El Castilla ha comenzado 2020 con más sombras que luces. Aunque podría ser peor. Los chicos de Raúl González tenían por delante una semana de nueve puntos que se ha quedado en cuatro. No es mal botín, pero visto lo visto y teniendo en cuenta que dos partidos, justo los que no se han ganado, han sido en el Estadio Alfredo di Stéfano, las sensaciones no se pueden decir que son las mejores.
Poco botín
El filial madridista recibe mucho menos de lo que da en el terreno de juego. Le pasó ante el Melilla en el primer partido del año, cuando el equipo de la Ciudad Autónoma asaltó Valdebebas con dos zarpazos que dejaron al Castilla con cara de tonto y demasiado cerca de los puestos de descenso. La victoria ante el Celta B en el partido que se aplazó por el temporal que azotó a Galicia en diciembre alivió a los madridistas, pero ante Las Rozas la mala suerte se volvió a cebar con ellos.
En un partido en el que los de Raúl fueron mejores, el equipo madrileño se aprovechó del empanamiento inicial de los blancos y de un fallo de ‘Dela’ en el segundo acto para marcar dos goles y rascar un punto del Di Stéfano. Para colmo, Franchu terminó lesionado y el equipo acabó con 10 jugadores, ya que cuando el argentino no pudo continuar los tres cambios estaban hechos. Cinco lesiones llevan los blancos desde el comienzo del año aunque la del atacante no está relacionada con su rodilla.
Poca suerte, mucha inexperiencia
Este equipo no tiene suerte y sí demasiada inexperiencia. Con lo primero es complicado luchar. Sólo se puede esperar que la mala fortuna cambie de lado. Ante Las Rozas se pudo ver con el penalti fallado por Fidalgo, que ejecutó bien pero Yelco Ramos estuvo mejor, y el error de Dela en un resbalón. Lo otro, lo de la falta de picardía, tiene que ir mejorando a la fuerza.
El paso de los minutos y de los partidos tiene que dar ese poso que todavía no tiene un equipo extremadamente joven que cuando se enfrenta a rivales mucho más veteranos con resultados ajustados suele salir perdiendo. En el fútbol, y más en una categoría como la Segunda B, es tan importante saber tocar bien la pelota, cosa que el Castilla hace a las mil maravillas, como saber dar una patada, agarrar a un rival o parar un partido. En ésto flojean y es normal, aunque lo necesitan para seguir escalando en el Grupo I y ver de lejos la zona caliente de la clasificación. Esa que te lleva a evitar jugar por no bajar a Tercera. El abismo.
Una cuestión de aprendizaje
Tanto Raúl como el club confían en que esta faceta se vaya puliendo con el paso del tiempo y el Castilla tenga una segunda vuelta mucho más plácida que la primera. Nadie por Valdebebas piensa en el ascenso. Ni siquiera se plantean estar entre los cuatro primeros, el equipo no está preparado para esas cotas, pero sí que está listo para sufrir menos y aprender más. Sobre todo, desde la tranquilidad. Y es que, el filial está pagando ser un equipo con pocos veteranos y muchos jóvenes que llegan desde una categoría juvenil que poco o nada tiene que ver con su realidad actual.
Es lo que ha querido el club y lo que acepta un Raúl que lo está llevando a las mil maravillas, aunque hasta que la zona media no esté consolidada existirá el temor de poder verse abajo en algún momento del curso y será ahí cuando se demostrará si la situación supera o no a estos jóvenes. Por lo tanto, mejor evitarlo.