Un fin de semana de injusticias

 en Real Madrid Castilla, Cajón de Sastre, Opinión de cantera

El madridista está viviendo un fin de semana complicado. La frustración se entremezcla con la impotencia y con la aceptación del que sabe que lo que pasó en el Santiago Bernabéu el sábado por la noche y en Mareo el domingo por la mañana sucede con demasiada frecuencia. Para los despistados, me refiero a la mano de Feddal que vio todo el mundo menos los cuatro árbitros que estaban en el campo y los señores del VAR, y al penalti que le pitaron al Castilla ante el Sporting B y los dos goles que le escamotearon y que les privó a los chicos de Raúl de pelear por un partido que se puso cuesta arriba demasiado pronto. 

Con o sin Var, da igual

El aficionado del Real Madrid es autocrítico por excelencia. No tiene reparos en reconocer que tanto su primer equipo como su filial no estuvieron todo lo bien que debe estar un conjunto que lleva en el pecho el escudo del club más laureado del mundo. Los de Zidane tuvieron una falta de gol ante el Betis, equipo más goleado de Primera, preocupante, mientras que los de Raúl pecaron de inocentes y tuvieron unos fallos que no sentaron bien al entrenador del filial, tal y como se pudo ver en la rueda de prensa posterior al encuentro. Eso el madridista lo sabe y no duda en reconocerlo, pero también sabe que lo que está pasando no es normal. 

Los mayores, con VAR, manda narices, han dejado de sumar cinco puntos por diferentes errores. Penalti a Vinicius frente al Villarreal que se fue al limbo. Penaltis a Casemiro y Brahim ante el Mallorca que más de lo mismo. Y la pena máxima que prefirieron no pitar contra el Betis. Todo esto con vídeo. Imagínense lo que pasaría sin la tecnología. Bueno, sólo tenemos que repasar las últimas temporadas para saber lo que sucedía cuando el videoarbitraje no había entrado en nuestras vidas. No obstante, el año pasado, ya con ayuda para los señores colegiados, se dejó sin pitar un penalti a Vinicius ante la Real Sociedad que todavía se recuerda por Chamartín.

Error tras error

Eso les sucede a los mayores con VAR, pero lo que sufre el Castilla sin él son palabras mayores. Ante Las Rozas, gol mal anulado y penalti a Fidalgo no pitado, o contra el Coruxo, con una pena máxima a Pedro clarísima que no se señaló y un tanto anulado a Jordi cuando estaba en posición legal, aunque el entrenador rival asegurase sin ponerse colorado en rueda de prensa que el árbitro les había perjudicado, ya sufrieron errores, pero lo más flagrante de la temporada se ha vivido este fin de semana en Mareo. El filial no estuvo bien, eso hay que ponerlo por delante. Un equipo que se había mostrado sólido hasta la fecha fue una verbena defensiva en la primera parte, lo que le penalizó demasiado, pero el árbitro tampoco ayudó.

En la primera mitad, con el Sporting B desatado, Franchu -que gran noticia verle otra vez en ese estado de forma- hizo gol, pero el árbitro decidió no aplicar una ley de la ventaja de manual para pitar una falta previa a la diana. Aunque lo más grave llegó en el segundo tiempo. Con el Castilla intentando reaccionar, el señor colegiado se sacó un penalti de su chistera que terminó de hundir a los blancos. No obstante, ese gen madridista que obliga a luchar hasta el final y que Raúl inculca a sus pupilos como pocos provocó que el filial continuase atacando y, en uno de estos arreones, llegó el gol de Baeza que recortaba distancias, pero, de forma inexplicable, el línea vio un fuera de juego inexistente y el tanto fue anulado. 

Resumiendo, con todo lo mal que lo ha hecho el Castilla en Mareo, si el árbitro no hubiese pitado un penalti que no fue y hubiese dado validez a los dos goles que anuló, el encuentro hubiese terminado con empate a tres. Pero claro, esto es fútbol ficción y la realidad es que el filial perdió, hizo las cosas mal y se fue de Gijón con la sensación de que no fueron los únicos que fallaron demasiado. 

El Real Madrid y el madridismo han vivido dos días de injusticias que no hundirán a nadie, pero sí que enfada mucho a un club que no entiende que los errores de los árbitros habitualmente les perjudiquen a ellos, aunque alguno intente vender lo contrario. Lo peor, es que todo hace indicar que continuará…

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