Los sueños de La Fábrica que el coronavirus rompió

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Parece que fue ayer, pero realmente han pasado muchos días. Tantos que ahora estamos en una nueva realidad, aunque yo quiero la de siempre. La nuestra. No una nueva realidad ni nueva normalidad. Nada es igual ahora que aquel 7 de marzo de 2020, última vez que el Estadio Alfredo di Stéfano abrió sus puertas para acoger un partido de fútbol. La siguiente vez que lo haga será para dar cabida a los hombres de Zinedine Zidane. Sí, el primer equipo se muda a Valdebebas. No decíamos antes que ya nada es igual que aquel día en el que los periodistas que solemos cubrir al Castilla comentábamos con el departamento de prensa de las categorías inferiores del Real Madrid lo que estaba pasando en el norte de Italia. Nos parecía tan lejano. Tan improbable que esa ola nos alcanzase. No sólo lo hizo, sino que ha arrasado con todo nosotros.

 

El último día de una vida anterior

Yo recuerdo aquel día especialmente porque metía prisa a Óscar, compañero de la Agencia EFE, ya que tenía una cena a la que se prestó amablemente a acercarme con los compañeros de trabajo. Cuándo tendré una cena otra vez sin distanciamiento social, sin mascarilla y con seguridad. Quién me iba a decir a mí que ese sería el último día que vería a Julio, propietario de esta fabulosa web, Laura, Juan, Diego, David, Borja, Raquel, Pilar, Nacho, Valentín o Amparo hasta dentro de bastante. No me atrevo a decir una fecha de retorno, nadie lo sabe. Sólo un deseo, que sea pronto y, sobre todo, seguro.

En aquella zona mixta comentábamos la gran victoria del Castilla ante el Coruxo, lo bueno que era Reinier y pedíamos a Borja, uno de los miembros de comunicación del club, que tuviese cuidado cuando viajase a Turín junto a la expedición del Juvenil A, por aquel entonces uno de los epicentros del maldito coronavirus. Ese día el duelo que tenía que haber enfrentado a la Juventus y al primer juvenil madridista en la Youth todavía estaba en pie. Y lo estuvo en los días sucesivos ante la incredulidad de todos. Nadie podía entender cómo la UEFA no suspendía ese partido. Finalmente, se retrasó una semana para terminar siendo aplazado, primero, y suspendido, después. Por suerte, ni Borja ni los chicos de Dani Poyatos tuvieron que ir a Italia, aunque poco después lo que veíamos tremendamente lejano en el país vecino nos arrolló.

 

Experiencias robadas

Y hablando del Juvenil A vamos a continuar centrándonos en uno de los equipos que más perjudicados salen de esta pandemia. O por lo menos eso pensamos el director de este medio y un servidor. El equipo de Poyatos estaba preparado para afrontar el tramo más importante del curso, que en División de Honor se convierte en un recuerdo para toda la vida. El segundo filial blanco debería haber peleado por la Youth League, la Copa de Campeones que acredita al equipo ganador como el mejor de España y la Copa de Rey. Tres torneos que marcan a los jugadores que los disputan. Estas competiciones son los primeros coqueteos con la profesionalidad, algo que no suelen olvidar. Sus formatos y nivel las hacen únicas, pero esta generación, sin hacer demasiado ruido, pero demostrando su calidad, no podrá jugarlas. Es más, también se vieron privados de celebrar una liga fabulosa que pudiesen haber logrado tras ganar a su mayor rival.

Ahora, muchos deberán subir al Castilla, con lo que significa ese salto, sin haber experimentado la máxima exigencia, y otros tendrán que dejar el Real Madrid con el mal sabor de boca que supone el haberse quedado sin poder jugar estos torneos, en los que por unos días captan mucha de la atención de los amantes del fútbol y que les puede cambiar su futuro si brillan.

 

Las cuentas pendientes de la cantera

En una situación parecida se encuentra el resto de La Fábrica. Esta temporada 2019-2020 estará llena de cuentas pendientes para todos los canteranos y, lo que es peor, es que no saben cuando podrán empezar la 2020-2021. Se da por seguro que el primer equipo jugará antes o después, pero qué pasa con todos ellos. Fichajes que no llegarán, renovaciones que se quedan por el camino, oportunidades perdidas y, sobre todo, experiencias no vividas. Una pena para todos estos chicos. Una más que nos deja este tiempo en el que las malas noticias se acumulan y las buenas se cuentan con los dedos de una mano.

Pero también se ha complicado el trabajo de los propios empleados del Real Madrid. Especialmente de aquellos que en este tramo final de la temporada hacían el último seguimiento de los chicos talentosos que tenían en mente reclutar. Una evalución que ha quedado inacabada. Por no decir, que en general había mucha ilusión con lograr la cifra de diez campeones entre todas las ligas, pero ese sueño terminó.

 

El trabajo sin terminar del Castilla

Y luego está el Castilla. Y a mí se me viene a la cabeza Álvaro Fidalgo. Madridista de tronío, capitán excelente y canterano con valores que se va a quedar a un partido de ser centenario entre el filial madridista y la Youth League. ¡A uno! Otra jugarreta del destino. Pero seguro que lo que más le duele es que no va a poder pelear junto al resto de sus compañeros por alcanzar el cuarto puesto y, quién sabe, si soñar con ascender. Todo eso ya es pasado. Ahora, lo importante es saber quién sigue y quién no. Los que continúan tienen menos problemas que los que tienen que hacer las maletas y buscar un nuevo equipo en tiempos de coronavirus. Tarea nada sencilla.

En definitiva, este maldito bicho ha hecho que salte por los aires la vida de todos. De lo jugadores y entrenadores, los empleados del club y los periodistas que disfrutábamos cada 15 días viendo los progresos de los chicos de Raúl González y del resto de equipos de la cantera. Eso sí, que nadie dude que esta batalla la ganaremos y volveremos a disfrutar en Valdebebas, donde los sueños se hacen realidad.

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